miércoles, 1 de mayo de 2013

Como un baile de cortejo

Las formas rituales pos modernas en las cuales nos sumergimos para entender las cosas que nos suelen suceder no son más que pequeños cortes asfixiantes a la energía deseosa de fluir.

La razón que nos invade, la inevitable pereza emocional que nos agobia, el eterno resplandor de un silencio inocuo y verde de podrido.

Parece que la clave es lo impersonal, hay opciones de más para lograr escabullirse entre las palabras. Cada vez más ritmo escénico para achicar las brechas del dolor.

Sin embargo, parece que desde el inicio de los tiempos todo funciona según otras lógicas ilógicas y hermosas.

Me escondo en misas paganas.
Me zambullo en auxilios de tiempo escaso, en placebos incoloros.
Me ratoneo entre pesadillas azules para tapar el vaho del óxido y la herrumbre.

Y mientras tanto vos bailás, al compás de tu rezo frágil.
Quedás rengo de tanto mover el pie equivocado, pero nada para al frenesí de la belleza.
Te cuidaste tanto de no romper las copas que te hiciste vos mismo de cristal.

Con ritos de cortejo, con tácticas mediocres, con estrategias inventadas por quienes nunca las usan.

Al final, igual, nos gana, me gana, te gana.
Por suerte.
Dejémonos ganar, dale.