viernes, 17 de diciembre de 2010

Preocupaciones


Ayer hablaba con Pau, y decíamos frases que estaban en el margen exacto entre un libro de Coelho con Bucay, y una certera apreciación de las obvias realidades.
Al final, todo es uno mismo, resonó en un momento.

Nos reímos mucho, pero después, pensamos en las obviedades no dichas, y pensé también en cuánto de "todo es uno" se nos pierde en las miradas cotidianas.

Todo depende del cristal... si, si, tengo un libro de mil frases hechas que describen esa sensación.
Tengo millones de argumentos que lo apoyan y podría, quien sabe, también, contraargumentar. Pero la cosa no es esa, la cosa es entender, pero del lado de adentro, que es algo así como sentir, que efectivamente esto es cierto.

Y claro, no estoy haciendo un análisis político, ni llevando agua al molino del individualismo. Tampoco vengo por la autoayuda, ni Louise Hay, ni Iglesia Universal del Reino de Dios.
Vengo más bien por la autodeterminación y libertad. (La puta, parece que todo va para la política). Vengo más bien por el lado de sentir efectivamente que cuando uno toca el switch de la mirada sobre las cosas, todo se modifica.

¿Es esto magia? ¿Efectivamente las cosas cambian? ¿Si miro mucho a mi mesa pensando en que es redonda, va a dejar de ser rectangular? Pues creo que no, estimado esquizoide, no es a eso a lo que me refiero. (Si bien Berkeley y sus discusiones sobre la existencia de la mesa fuera de la mente humana me han complicado bastante la vida)

No sé si estoy refiriéndome de modo concreto a algo, eso lo dirá mi buen analista; pero la cosa es que hoy volví a tener esa sensación de que todo es uno. Y no estoy hablando de unidad, si quieren podría, estoy hablando del uno subjetivo, que es ese coso complicado, que es yo.

Las mismas cosas que hace un tiempo no me generaban aparentemente ninguna emoción, hoy me hicieron tambalear un poco la cristalería.
Hoy miré con ojos celosos y todo me pareció sospechoso.
Miré con ojos amorosos también, y todo era encantador.

Sin embargo, eran esas mismas cosas.
Al final, siempre igual, todo igual, siempre lo mismo. Que si el cambio, que la permanencia, que los tiempos, que el tiempo, que las presencias, las ausencias. Hoy siento que podría hacer un decálogo de mis preocupaciones, que parecen al final, siempre las mismas.

sábado, 4 de diciembre de 2010

Ruido de aviones


(Poesía eres tú) Sólo soy una voz.

(Ruido de aviones)

- No hay distancias
- Mentira
- No las hay
- No hay mentiras tampoco entonces, ni árboles ni lluvia.
- Y todo es una ilusión
- Un sueño
- En el sueño hay distancias
- No las hay
- Mentira
- No hay mentiras, tampoco entonces flores ni arco iris.
- Si los hay. Puedo volar.
- ¿Hacia donde?
- Hacia allá.
- ¿Dónde?
- Lejos
- No hay distancias...
- Hay
- ¿En la ilusión?
- También
- ¿En los árboles?
- No
- ¿En los sábados? ¿En los pájaros?
- Sin esdrújulas.
- ¿En la música?
- No que no.
- ¿En los cántaros?
- Basta ya, me desperté.
- No hay distancias
- Hay verdades, árboles, lluvias, flores, arco iris, alas y viento.
- En los sueños.
- En los tuyos.
- En los todos.
- No hay todos, hay uno.

Uno, uno sólo infinito, sin distancias, sin tiempo, ni espacio.
- Ni una categoría kantiana que te visite.

(Ruido de árboles. Mutis por el foro)

lunes, 22 de noviembre de 2010

Salvo el crepúsculo


Salvo el crepúsculo es el libro que reúne poemas de Julio Cortázar. Fue editado en 1984, algunos meses después de que Cortázar muriera.
Su hipertextualidad es una invitación constante a buscar a otros autores, a escuchar aquellas músicas que lo desbordaban, a mirar esas películas que lo conmovieron de algún modo.
Leí en algún lugar que el título lo debe al último verso de un haiku: Este camino / ya nadie lo recorre / salvo el crepúsculo.

Este poema, me llegó hoy, de una de esas bellas maneras en que llegan las cosas en los momentos inesperados. Y su belleza, de redondeces profanas, me desbordó de alegría, y quise compartirlo...


HAPPY NEW YEAR

Mira, no pido mucho,
solamente tu mano, tenerla
como un sapito que duerme así contento.
Necesito esa puerta que me dabas
para entrar a tu mundo, ese trocito
de azúcar verde, de redondo alegre.
¿No me prestás tu mano en esta noche
de fìn de año de lechuzas roncas?
No puedes, por razones técnicas.
Entonces la tramo en el aire, urdiendo cada dedo,
el durazno sedoso de la palma
y el dorso, ese país de azules árboles.
Asì la tomo y la sostengo,
como si de ello dependiera
muchísimo del mundo,
la sucesión de las cuatro estaciones,
el canto de los gallos, el amor de los hombres.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Trompas al espejo

El ascensor de mi edificio es muy pequeño.
Tanto que dos personas juntas que viajamos ahí, nos contagiamos los perfumes, y salimos con el aroma cambiado.
Además, las luces toman decisiones propias: cuando quieren se prenden, cuando quieren se apagan, y a veces se turnan, una y una, como arbolito de navidad.
Toda una aventura mi ascensor.
Pero lo mejor que tiene: ¡espejos hasta el techo! Pero no es un espejo común y corriente, es especial, pero no sé porqué, porque de óptica y física yo no entiendo nada. Lo que sé es que si uno mira para arriba y hace caras, las caras se ven más lindas.
Y que si hacés trompita, como tirándole besos al enano invisible que vive adentro del espejo ese, la boca aparece como si estuviera inyectada con colágeno. Y si llegás a tenér la boca pintada porque te tocó tener que salir a pasear... ahí, tirás besos al techo y parecés Moria Casán. Te lo juro.
Lo único que de todo esto me da miedo es que un día, yo esté practicando ser vedette trompuda, mirando al techo-espejo y alguien me abra la puerta del ascensor.
Mientras tanto, corro el riesgo...

sábado, 30 de octubre de 2010

Cuin - Instrucciones para despertarse con un ojo solo.















Cuin. Keen. Cuin.
Instrucciones para despertarse con un ojo solo.

Luego de incesantes intentos que han durado toda la bella tarde de sábado, descubrí que, si bien puedo, sin problemas, guiñar un ojo -lo cual me permite ser una excelsa jugadora de truco-; no puedo, por más que practique y practique, con ambos ojos cerrados en actitud relajada -simil dormida-, abrir sólo uno, de manera grande e iluminada, al simpático y acompañante son de "cuin".

En cambio, otras personas, quizás por su característica no-carnívora, quizás por tener más tiempo de práctica; logran hacerlo con una maravillosa exquisitez, como encendiendo lamparitas en ambientes de luces tenues.

Queda por averiguar si el tono de los ojos a abrir puede interferir en la práctica mencionada.

Cabe aclarar, por si alguien gusta de hacer una investigación al respecto, que tampoco puedo doblar la lengua desde los costados hacia el centro, aunque, dicen las malas lenguas (las que sí pueden hacerlo) que eso es pura genética.