martes, 14 de junio de 2011

Desierto


La presencia de las garras en los huesos colgantes.
El húmedo entrecerrar de ojos en vigilia,
la quebrada humareda de amarillos errantes,
y el ermitaño pájaro sin luz
que en la noche busca sinsabores agridulces.

El oxímoron de las pieles resecas por el polvo
y ese sol abrasador,
que no abraza más que tempestades.
La metáfora de la sabiduría tardía y mustia,
inscripta en grietas profundas y horadando hasta al mismo
tiempo]

Qué más que gritos mudos
qué más que manos mudas
qué más que piernas desnudas
qué más que mudas deshechas,
desechos de voces sordas.

Uñas
garras
manos
brazos
codos
voces
tiempos
vientos osos huesos

Nadas sin nadar
Quedas en huesos que cuelgan,
y entonces...
la noche se va,
aún cuando vuelva ya...

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