Los paralelogramos resultan ser algunas veces figuras geométricas repletas de propiedades dudosas y esotéricas.
Dicen que un pueblo de la Isla de Pascua posee un ritual que honra cada año, en la entrada misma de la estación estival...
Hombres y mujeres colocan recipientes de diferentes formas y colores alrededor de una piedra previamente escogida por el jefe de la comunidad; y luego, en un baile rígido y espasmódico, buscan realizar mediante diferentes movimientos bien estudiados, la figura del paralelogramo.
Dice la creencia de este pueblo, que el grupo que logre imitar a la perfección la inclinación de la figura deseada, tendrá durante todo el transcurrir del verano la flexibilidad corporal y la expansión mental necesaria para transcurrir en paz este período.
Quienes no consiguen imitar al paralelogramo, pueden intentar realizar un triángulo o un cuadrado, nunca un círculo, porque la ausencia de ángulos puede ser fatal para empezar el verano pascualino.
Sin embargo, a esta altura, resulta casi incomprobable la veracidad de las propiedades de los paralelogramos. Creer o reventar.
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